Historia de Vanessa

Historia de Vanesa
 
Llevo catorce de mis treinta y dos años tratándome de Lupus. Cada vez que iba al hospital a alguna revisión o visita veía a pacientes de diálisis. Los de hemodiálisis me impresionaban especialmente y eso que sólo los veía de pasada cuando tenía que ir al baño. Y a pesar de verlos habitualmente nunca imaginé que algún día me vería a mi misma en su situación.
Desde el principio, la enfermedad me atacó a los riñones, pero fueron funcionando hasta hace dos años.
El 28 de diciembre de 2009 fui a ponerme un gotero de cortisona. Mi doctora estaba de vacaciones y otros dos doctores vinieron a decirme que habían visto la analítica de hace dos días y no podía esperar para empezar la diálisis. Lo primero que pensé, a pesar de lo mal que me encontraba, es que era imposible, que sólo había ido a ponerme el último gotero del tratamiento y que después de eso me encontraría mucho mejor. Y así se lo dije al doctor e hice un último intento desesperado de negociación. Le pedí que me hiciera el análisis de ese día mientras me ponía el gotero para ver si había mejorado. El doctor, supongo que sabiendo el resultado de antemano, accedió e incluso me dijo que si la analítica salía bien olvidaríamos lo hablado sobre la diálisis. Durante las horas siguientes yo continuaba pensando que los resultados serían buenos y así se lo decía a mi madre intentando tranquilizarla. Entonces apareció el doctor con un pijama en la mano y me dijo que no sólo no había mejorado sino que estaba peor y no podíamos esperar. Recuerdo que después de su explicación no pude decir palabra y mi madre decía que no, que tenía que haber otra opción, que diálisis no. Yo seguía sin poder decir nada. Mi optimismo inocente acabada de perder contra la voz de la experiencia.  Y como si de una lección de realidad se tratase, empecé la diálisis ese mismo día, el Día de los Inocentes.

Vanessa Costa

También te podría gustar...