Tratamiento de la hipertensión arterial en el anciano

Tratamiento de la hipertensión arterial en el anciano con insuficiencia renal

El tratamiento de la hipertensión arterial en el anciano se caracteriza por las siguientes consideraciones a tener en cuenta:

  • Facilidad para la hipotensión y el ortostatismo.
  • Precariedad del flujo cerebral.
  • Reducción del metabolismo y excreción de los fármacos.
  • Rigidez de arterias centrales con predominio sistólico.
  • Disminución de la función renal por nefroangiosclerosis.
  • Dificultad para la adhesión terapéutica.
  • Pluripatología asociada.

De ello se derivan las siguientes actitudes terapéuticas:

  • Se debe comenzar con dosis iniciales bajas (sobre todo de diuréticos) y potenciar un tratamiento más espaciado a fin de conseguir una reducción lenta y progresiva de la presión arterial hasta conseguir el control. Un programa de reducción podría ser el siguiente: reducir, en principio, la presión arterial sistólica a 160 mmHg si es superior a 180 mmHg o disminuirla 20 mmHg si está entre 160 y 179 mmHg.
  • El control de la presión arterial sistólica (difícil si no persistimos) debe ser el principal objetivo terapéutico.
  • Hay que tener precaución con los fármacos que producen ortostatismo (a-bloqueantes, dosis excesiva de diuréticos, adrenolíticos).
  • Control de los niveles de creatinina y potasio al comenzar la administración de un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA), un antagonista de los receptores de la angiotensina II (ARA II) o un inhibidor directo de la renina (IDR), sobre todo si está precedido de hipovolemia o un uso no ajustado de diuréticos.
  • Se preferiere administrar diuréticos (los consideramos casi imprescindibles, salvo contraindicación) y antagonistas del calcio.
  • Valorar medios especiales para facilitar la toma correcta de la medicación (p. ej., cajas de comprimidos, apoyo familiar, etc.).

Cari Martínez

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