Crean un «minipáncreas» de laboratorio para tratar la diabetes

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En España cada año se diagnostican 1.500 nuevos casos de diabetes tipo uno, la mayoría de ellos en niños. Se trata de una enfermedad autoinmune como consecuencia de la cual el organismo interpreta que debe destruir sus propias células pancreáticas productoras de insulina. El resultado es una ausencia total de insulina en el cuerpo, la incapacidad de metabolizar la glucosa y el aumento crónico de los niveles de azúcar en sangre. No tiene cura, por lo que los pacientes tienen que administrarse insulina artificial de por vida. Sin duda, la invención de los análogos de insulina fue el mayor avance médico en el tratamiento de este mal que antaño era necesariamente mortal y que hoy es una condición crónica con la que puede hacerse una vida normal si se controla. Pero el siguiente sueño que la ciencia lleva décadas persiguiendo es la cura definitiva mediante la restauración de las células pancreáticas que el paciente ha perdido, las llamadas células beta. Los intentos de repararlas mediante células madre siguen siendo infructuosos. Ahora, una nueva estrategia parece haber dado un primer paso en esa dirección.

Según se ha publicado en la revista «Cell Stem Cell», un equipo de científicos de la Universidad de Harvard ha descubierto que el tejido de parte del estómago podría ser reprogramado para que cumpla las funciones de las células beta. Los investigadores han logrado extraer muestras de la parte baja del estómago de ratones, tratarlas en el laboratorio para que se conviertan en un «mini-páncreas» y volver a insertarlas en el cuerpo de los animales. El nuevo tejido activó la formación de células beta y produjo insulina. El proceso comenzó hace años con la búsqueda de los tres genes que son capaces de convertir cualquier célula en una célula beta. Más tarde, se rastreó el organismo completo del ratón (desde la cabeza a la cola) en busca de los tejidos más adecuados para insertar y replicar estos genes. Sorprendentemente, se descubrió que el píloro (la válvula que conecta el estómago con el duodeno) y sus tejidos adyacentes eran especialmente receptivos a ser modificados con estos tres genes. Una vez modificados estos tejidos, se observó que respondían muy activamente a la presencia de glucosa y generaban insulina.

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