Nuevo marcador de riesgo vascular en el síndrome antifosfolipídico (Parte I)

Nuevo marcador de riesgo vascular en el síndrome antifosfolipídico (Parte I)

El síndrome antifosfolipídico es una enfermedad que aparece en personas portadoras de unos autoanticuerpos, los anticuerpos antifosfolipídicos (aPL), y que se asocia a la aparición de procesos trombóticos y vasculares, embolias, en el interior de los vasos sanguíneos. Englobados en los aPL, destaca por su relevancia en estas lesiones una forma concreta de anticuerpos antifosfolípidos: los IgA anti-beta-2-glicoproteína 1, los denominados inmunocomplejos aPL-B2GP1, que «se han convertido en un nuevo biomarcador de riesgo trombótico agudo en pacientes con síndrome antifosfolipídico, y muy especialmente en aquellos que se han sometido a un trasplante renal», según ha explicado a Diario Médico (DM) Antonio Serrano, de la Sección de Autoinmunidad del Servicio de Inmunología del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, cuyo equipo de inmunólogos y nefrólogos ha publicado este hallazgo en Circulation.

El inmunólogo subraya que la relevancia es que se ha descrito un nuevo marcador que permite explorar un novedoso mecanismo patogénico de los aPLy, sobre todo, «es muy importante para identificar a los pacientes con bajo riesgo y alto riesgo con el objetivo prioritario de adoptar las medidas preventivas necesarias de una forma más personalizada«.


  • Un dato clave es que los que tienen aPL pero no inmunocomplejos presentan el mismo riesgo de trombosis que los negativos para aPL.

    Este equipo describió hace años que en los pacientes con insuficiencia renal en espera de trasplante existía una elevada prevalencia, de hasta el 30 por ciento, de una forma concreta de anticuerpos antifosfolipídicos: los IgA anti-beta2-glicoproteína 1. «Durante el tiempo en el que el paciente estaba en diálisis, la presencia de estos anticuerpos se asociaba a la incidencia de eventos trombóticos y a la mortalidad. Además, cuando los pacientes que los portaban recibían un trasplante de riñón registraban una elevada probabilidad de desarrollar una trombosis del injerto, considerada como la peor complicación temprana del trasplante y que suele suponer la pérdida del órgano que se ha trasplantado«.

    Atención prioritaria

    Las nuevas investigaciones del equipo del 12 de Octubre han ahondado en el papel de estos anticuerpos, analizando la presencia de inmunocomplejos aPL-B2GP1 en sangre de pacientes que van a ser trasplantados de riñón. El dato clave es que los pacientes que tienen anticuerpos pero no inmunocomplejos presentan el mismo riesgo de trombosis que los negativos para el anticuerpo y que los eventos se concentran en las personas positivas para inmunocomplejos.

    «La novedad es que la presencia de inmunocomplejos circulantes IgA unidos a beta-2-glicoproteína 1 (B2A-CIC) se ha asociado con eventos trombóticos en pacientes con anticuerpos antifosfolipídicos isotipo IgA. Así, la prevención de la trombosis debe centrarse principalmente en los que son positivos a B2A-CIC. Determinar estos complejos inmunes constituye una ayuda para concretar qué pacientes con estos anticuerpos tienen un riesgo elevado de desarrollar trombosis. Esta ayuda recobra mayor relevancia cuando van a recibir un trasplante», considera Serrano.

    Los primeros datos del relevante papel de los inmunocomplejos aPL-B2GP1 fueron descritos hace tres años por el mismo equipo del 12 de Octubre, al estudiar la sangre de pacientes con síndrome antifosfolipídico. En el 80 por ciento de casos analizados que sufrían un evento agudo aparecían inmunocomplejos.


  • Una de las claves para la clínica es que las medidas preventivas han de reforzarse de forma específica en los grupos con inmunocomplejos.

Fuente de la noticia

Dra Ana Mª Oltra
Coordinadora Blog Renal
Nefrología. CHGUV

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