El litio y la enfermedad renal

El litio es un metal blando con utilidades demostradas para la humanidad, una de ellas es el uso de las sales de litio en la medicina, usado durante mucho tiempo como estabilizador del ánimo en enfermedades psiquiátricas como el trastorno bipolar.

Este tipo de tratamiento debe llevarse con cautela y bajo seguimiento médico, se deben monitorizar los niveles en sangre de su metabolito para evitar intoxicaciones, es importante también el control de la función renal ya que tratamientos prolongados sin esta vigilancia pueden terminar en insuficiencia renal. La forma predominante de enfermedad renal crónica asociada con la terapia con litio es una nefropatía tubulointersticial crónica pero existen otros tipos de afectación:

Diabetes insipida:

El término griego Diabetes, que significa: «Fluir a través de un Sifón» se empleó originalmente para describir a los pacientes con deficiencia de insulina con niveles sanguíneos elevados en azúcar (glucosa) que presentaban una clínica de aumento de apetito, pérdida de peso y aumento en las cantidades orina. En el caso del litio se produce un fenómeno conocido como diabetes insípida ya que no existe una alteración en la glucosa pero sí a nivel renal no se bloquean receptores hormonales que controlan la cantidad de agua que se reabsorbe produciendo una excesiva cantidad de orina que puede generar casos de deshidratación y afectaciones derivadas de esta. El tratamiento se basa en suspender el litio, pero si ya el daño está establecido se puede controlar regulando la toma de agua y medicamentos según sea el caso.

Sindrome nefrotico:

El tratamiento crónico con litio se asocia de manera poco frecuente con el síndrome nefrótico, en este caso se debe a una afectación de la arquitectura renal alterando las funciones de filtrado y control de eliminación de proteínas. Cuando se produce una elevada pérdida de proteínas en orina se desencadena un cuadro de edematización, disminución de la diuresis, alteraciones de coagulación, niveles elevados de colesterol y predisposición a infecciones. Se debe realizar un estudio del tejido renal y en función del resultado se opta por uno u otra tipo de tratamiento.

Acidosis tubular renal:

El defecto tubular en la nefrona distal también puede afectar la capacidad de acidificar al máximo la orina. Esto se manifiesta con mayor frecuencia como la forma incompleta de acidosis tubular renal tipo 1 (distal), en la que el pH de la orina está persistentemente por encima de 5,3 pero el pH extracelular y la concentración de bicarbonato están dentro del rango normal.

Nefropatía tubulointersticial crónica:

Los principales factores de riesgo de nefrotoxicidad parecen ser la duración de la exposición al litio y la dosis acumulada. Otros factores de riesgo incluyen episodios de intoxicación aguda, edad avanzada, otras enfermedades comórbidas (p. ej., hipertensión, diabetes mellitus, hiperparatiroidismo e hiperuricemia) y el uso concomitante de otros medicamentos antipsicóticos. El grado de deterioro de la función renal es variable.

Ante estos datos se produce una pérdida progresiva de la masa renal con una pérdida en el tiempo de la función renal, el grado de fibrosis intersticial en la biopsia renal puede estar directamente relacionado con la duración y la dosis acumulada de litio. Se debe suspender el litio y optimizar el tratamiento para evitar la progresión, además de controlar los daños ya producidos a nivel renal.

Humberto Rojas. MIR 4º Año Nefrología 

Dra Esther Tamarit Antequera, Coordinadora del Blog del Paciente Renal