Sin trasfusiones sanguíneas en testigos de Jehová,IN también en el trasplante renal

Sin trasfusiones sanguíneas en testigos de Jehová,IN también en el trasplante renal

Las convicciones religiosas de los testigos de Jehová —una rama del cristianismo que profesan unos ocho millones de personas en el mundo, según su propia web— les impiden aceptar transfusiones de sangre durante un acto médico. «La Biblia prohíbe el consumo de sangre. Por tanto, los cristianos no debemos comerla. Tampoco debemos aceptar transfusiones de sangre ni de alguno de sus componentes principales», justifica la congregación en su página web. Comulgar con esta doctrina, sin embargo, imposibilita que este colectivo se someta a algunas cirugías mayores, como un trasplante o una intervención oncológica. Los protocolos asistenciales de este tipo de operaciones obliga a los pacientes a firmar un consentimiento informado conforme aceptan que los cirujanos recurran, si es necesario, a una transfusión sanguínea. Si no autorizan la posibilidad de utilizar este procedimiento, la intervención no puede realizarse.

El protocolo del hospital del Mar, en Barcelona, que ya se ha aplicado en un par de caso desde hace un año y medio, sortea el conflicto ético y religioso reforzando las medidas de seguridad. Para empezar, en el preoperatorio, los pacientes con insuficiencia renal crónica suelen sufrir anemia, así que antes de entrar a quirófano, han de someterse a un tratamiento previo con eritropoyetina (EPO), una hormona que estimula la producción de hematíes. «Lo que hacemos para preparar a un paciente testigo de Jehová para el trasplante es establecer unos objetivos de hemoglobina en sangre más altos que los que se indican en el resto de pacientes con insuficiencia renal crónica. Nuestro objetivo es más alto para que al llegar al momento de la cirugía, si pierden sangre, eso suponga que a partir de un nivel más alto, continuamos estando en una zona de seguridad para el paciente», agrega la doctora Marta Crespo, jefa de sección de Nefrología del hospital del Mar.

Ya en quirófano, equipos especializados de enfermería montan y controlan los llamados cell saver, unas máquinas que permiten recuperar la sangre del mismo paciente y transfundirle sus propios glóbulos rojos. Una operación de trasplante de riñón tiene un riesgo alto de necesitar una transfusión de sangre porque, por un lado, tiene un componente elevado de cirugía vascular y, además, los pacientes con insuficiencia renal no coagulan igual que una persona sana. «Nosotros, de inicio, siempre esperamos no tener que trasfundir», puntualiza Cecchini.

Fuente original

Dr Jairo Henao. MIR 4º año

Dra Ana Mª Oltra. Coordinadora Blog Renal

Nefrología. CHGUV

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